Iván Zuleta, el pequeño valiente del acordeón que se convirtió en Rey Vallenato

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

Iván Zuleta Barros es flaco, bajito, pero con el corazón más grande para amar el vallenato raizal gracias a su dinastía. Es una máquina para hablar con claridad, y más ahora cuando alcanzó el máximo honor de ser Rey Vallenato, teniendo la mayoría de canciones pertenecientes a su abuelo Emiliano Antonio Zuleta Baquero, el mismo de la canción ‘La gota fría’, quien le marcó el camino para tocar el acordeón y versear.

Es así como durante seis meses construyó su ilusión de ser el Rey Vallenato del 58° Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje al maestro Omar Geles, teniendo como aliados a sus compañeros Widinson Enrique Arias Martínez, en la caja y Jaider David Daza Bolaño, en la guacharaca. Todo comenzó el martes cinco de noviembre de 2024.

En ese sentido fijó el pensamiento en su abuelo Emiliano Zuleta Baquero, quien fue un verdadero gladiador viviendo de competencia en competencia y se enfrentó a Lorenzo Morales, Toño Salas, Juancho Polo Valencia y Francisco ‘Chico’ Bolaño. También buscó sus canciones, algunas de ellas las utilizó en la competencia festivalera.

De esta manera, dentro del repertorio de más de 40 canciones preparadas, en la final para enfrentar a sus cinco contrincantes Javier Rodrigo Álvarez Orozco, Edgardo Alonso Bolaño Gnecco, Jairo Andrés de la Ossa Otero, Omar Alberto Hernández Brochero y Camilo Andrés Molina Luna, optó por interpretar el paseo, ‘El Gallo viejo’ y el merengue ‘La Pule’, ambos de Emiliano Zuleta Baquero; el son ‘María Jesús’, de Antonio ‘El negro’ Llerena y la puya, ‘A la dinastía Zuleta’ de su autoría.

Iván Zuleta con la emoción a todo galope, le dedicó su triunfo a Consuelo Araujonoguera, ‘La Cacica’, quien en Valledupar les abrió el mayor espacio a los acordeoneros con la creación del Festival de la Leyenda Vallenata en el año 1968. Ese que muchos llamaron “Embeleco”, pero ella desde el cielo sigue cantando victoria.

Así mismo señaló. “Tuve seis meses de preparación, de sudor, de sacrificios, luchas y esfuerzo que valieron la pena. La palabra dice que Dios premia al que se esfuerza y es valiente. Eso hice yo, al lado de mis compañeros veteranos en finales del Festival de la Leyenda Vallenata, a quienes les agradezco por estar a mi lado y por sus consejos”.

 

Sin dejar de hablar, recalcó. “No quiero ser un Rey Vallenato del montón que tiene la corona en una gaveta y no aparece más. Me encargaré de defender el vallenato raizal, ese que marcó Alejo Durán, Calixto Ochoa, ‘Colacho’ Mendoza, Luis Enrique Martínez y Miguel López, Alfredo Gutiérrez, Náfer Durán y ‘Chema’ Ramos, entre otros. También dedicarme a obras sociales que deber ser el propósito de un Rey Vallenato”.

Durante el diálogo insistió que se sostuvo hasta el final con el vallenato tradicional, poniendo como ejemplo a los Reyes Vallenatos Alejo Durán y Alberto ‘Beto’ Rada. “Dos maestros que cuando se presentaron en el Festival de la Leyenda Vallenata, sentaron cátedra como se toca una puya y un son. Eso no se inventa y no hay que correr para ganar tocando el acordeón. Por eso defendí lo raizal y gané. Lo que viene ahora es conformar mi propia agrupación musical y haré un casting para escoger al cantante”.

Anhelado triunfo

Definitivamente Iván Zuleta Barros, fue un pequeño valiente del acordeón que se aventuró a ir en busca del triunfo anhelado de ser Rey Vallenato Profesional. Antes, había sido Rey Infantil y Rey Aficionado en los años 1988 y 1994, respectivamente.

Lo logró y se cumplió lo indicado por la Biblia en San Mateo Capítulo 20, Versículo 16, donde señala que los últimos serán los primeros. A él por orden alfabético le correspondió cerrar la competencia en los distintos escenarios, y sus seguidores lo esperaron para verlo tocar su acordeón y cumplir su sueño que había aplazado por varios años.

Ante esta verdad, indicó que le había cambiado la vida porque ya no era lo mismo ver llegar a cualquier lugar al acordeonero, sino que tenía el rango de Rey Vallenato. “Esa es otra cosa porque la corona tiene un alto valor nacional e internacional. Ahora, es que viene lo mejor y tengo toda la disposición para servir”.

Iván no se cansa de contar sobre lo que pasó antes, durante y después del Festival de la Leyenda Vallenata, donde se graduó como acordeonero y rindió homenaje a la dinastía Zuleta. También, entre esas añoranzas apareció un verso que le dedicó Diomedes Díaz, ‘El Cacique de La Junta’, en la época cuando era el acordeonero de su conjunto. “Oye Iván tu bien sabéis, siendo yo también un buen muchacho, que usted es el próximo rey, del Festival Vallenato”. Iván en aquella ocasión le respondió. “Diomedes también sabéis que te lo voy a cantá, y el Long Play se vá llamá, El Cacique con el Rey”.

En medio de la emoción por el memorable triunfo la noche del tres de mayo de 2025, recordó que su primer acordeón se lo regaló Alberto ‘Beto’ Villa. Así mismo, regaló un verso que define todo, pero antes anotó que no tiene intención de concursar en Piquería Mayor, porque solamente la tiene como afición.

Yo les dí con el carey, y el pueblo me amaba tanto, y aquí está cantando el Rey, del Festival Vallenato”. No había a otra opción, sino que Iván Zuleta, el hijo de Urumita, La Guajira, el consentido de sus padres Fabio Zuleta y Denia ‘Ñeña’ Barros, colgara ese recuerdo en su alma, para dar lugar a que los sentimientos le hicieran juego a la memoria. Entonces pudo meditar sobre las horas felices compartidas donde el silencio hasta se inspiraba.

 

Este es el cuadro de reyes del 58 Festival de la Leyenda Vallenata

ACORDEÓN INFANTIL
1. John Emiliano Olmos Prieto
2. César David Pestana Álvarez
3. Manzur Aljure Mosquera

ACORDEÓN JUVENIL
1. Santiago David Oñate Quintero
2. Samuel Arzuaga Robles
3. Santiago Alberto Diez Arévalo

ACORDEÓN AFICIONADO
1. Gregorio Javier Gutiérrez
2. Juan Sebastián López Pereira
3. Juan Manuel Martínez Figueroa

ACORDEÓN PROFESIONAL
1. Iván Zuleta
2. Jairo Andrés De La Ossa Otero
3. Camilo Andrés Molina Luna.

ACORDEONERA MENOR
1. María José Pérez
2. Laura Patricia Moreno Ortega
3. Sara Valentina Mora Mangones

REINA MAYOR
1. Heinis Yulieht Gulfo Palma
2. Miriam Katherine Méndez Guerra
3. Jenifer Mercedes Aragón García

REY PIQUERIA MENOR
1. Julio César Hoyos Olmos
2. Calianys Ángeles Guanipa Álvarez
3. Joseph Julián Arcos Delgado

PIQUERIA MAYOR
1. Julio Andrés Gil Barrios
2. Starlin Periñán
3. Leimer Javier Cárdenas

CANCIÓN INÉDITA
1. Vallenato y carnaval- paseo – Michael Alexander García
2. Caminando entre gigantes – paseo – Dagoberto Orozco
3. Bendito Valle – paseo – Esteban Nieto Berrocal

Piloneras Mayores

1.- Fundación artística Nabusimake

2.- El Pilón De Migue

3.-  Río Luna

Piloneras Juveniles

1.- Los caminos de la vida

2.- Institución educativa Nacional Loperena

3.- Pilón Joseumar

Piloneras Infantiles

1.- Hogar del Niño

2.- Los pequeños del balcón

3.- Piloneritos Colsafa

ExpoFestival vuelve más grande y con innovaciones este abril de 2025

En esta nueva edición, ExpoFestival se proyecta con más fuerza que nunca: cerca de 500 emprendedores, empresarios y artesanos de Valledupar, más los 55 puestos participantes de alcaldías aliadas de Bosconia, La Paz, Becerril y La Jagua de Ibirico, este evento fortalece el desarrollo económico local y exalta el patrimonio cultural de la región.  En esta nueva edición de ExpoFestival 2025, del 1 al 4 de mayo, la Cámara de Comercio de Valledupar sigue consolidándose como la vitrina comercial y turística más importante del Festival de la Leyenda Vallenata.

Crecimiento con equidad: los criterios de selección

La selección de los participantes se realizó bajo criterios técnicos que priorizaron la formalización empresarial vigente (2024-2025), la trayectoria en versiones anteriores con crecimiento demostrado, el potencial de impacto comercial y una representación sectorial equilibrada.

Esta edición destaca tanto a empresas consolidadas como a nuevos emprendimientos formalizados con alto potencial de crecimiento, reflejando el compromiso del evento con la equidad, la renovación y la inclusión regional.

 

Sectores y clústers: una feria para todos los sentidos

Los sectores más representativos en 2025 son:

Artesanías (31%)

Gastronomía (24%)

Textil y confección (16%)

Salud y belleza (11%)

Además de turismo, tecnología, educación, hogar, bisutería y accesorios, con participaciones menores pero relevantes.

 

Una de las grandes novedades será la activación de los clústeres estratégicos de la región, liderados por el proyecto ZASCA, que ofrecerán experiencias sensoriales únicas como:

Café: “El aroma del origen”

Cacao: “Un placer ancestral”

Lácteos: “La cava de los sentidos”

Estos espacios permitirán a los asistentes vivir una experiencia sensorial con los saberes y tradiciones del Cesar, impulsando el consumo local y el reconocimiento del patrimonio cultural.

 

Impacto creciente

 

Desde su prueba piloto en 2021, ExpoFestival ha tenido un crecimiento sostenido:

 

Año Visitantes Stands Ventas ($) Empleos
2021 39.000 325 283 millones 626
2022 160.000 508 273 millones 744
2023 149.000 400 635 millones 1.198
2024 166.000 420 630 millones 1.200

 

Para 2025, se espera superar estas cifras gracias a una mayor diversificación sectorial, una sólida participación de clústers productivos y un contexto turístico altamente favorable.

Turismo, conectividad y oportunidad

El entorno turístico sigue siendo clave para el éxito del evento. En 2024, Valledupar registró:

6.821 pasajeros aéreos (aumento respecto a 2023)

18.057 pasajeros terrestres, a través de la terminal de transportes

79% de ocupación hotelera

Para este año, cuatro aerolíneas comerciales operarán rutas desde Bogotá, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga: Avianca, LATAM, CLIC y Satena, lo que refuerza a Valledupar como un destino turístico, comercial y cultural de alto impacto.

ExpoFestival 2025 es un homenaje al talento, la creatividad y el empuje de los emprendedores del Cesar. Una plataforma para soñar en grande, crecer con identidad y seguir construyendo un territorio más competitivo, diverso y conectado con su gente.

El Rey Vallenato Nafer Durán sin su acordeón no sabe estar

-El juglar suma 92 años de experiencias vividas, que son su mayor tesoro en el folclor que le ha dado múltiples satisfacciones-

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

El Rey Vallenato Náfer Santiago Durán Díaz, a sus 92 años, nació el 26 de diciembre de 1932, en el Paso, Magdalena, ha demostrado no saber estar sin su amado acordeón. Ha sido su gran aliado para poner en lo más alto su dinastía y llevar interesantes mensajes cantados que han perdurado, siendo grabados por los más grandes intérpretes comenzando por Diomedes Díaz y cerrando con Silvestre Dangond.

Precisamente hace varios días estuvo en Valledupar recibiendo un homenaje por parte de la Cámara de Comercio volviéndose a poner su acordeón al pecho, que le parece un juguete para interpretar su canción insignia en tono menor, ‘Sin ti’, añadiéndolo dos más, ‘Con sentimiento’ y ‘La grabadora’.

Con la pausa que dan los años y con su sombrero elegante, señaló. “Recibir a mi edad un nuevo homenaje me llena de satisfacción porque pone de presente que puse mi talento al servicio del vallenato puro, ese que quieren acabar, pero no han podido. Y dígalo, sigo firme con mi acordeón hasta que Dios me lleve a su santo reino. Todos los días le doy gracias por la vida y todo lo que me ha dado al lado de mi familia”.

De igual manera, en su hoja de vida folclórica, se registra la gesta cuando se coronó como Rey Vallenato en 1976 y siete años después fue en busca de la segunda en el Festival de la Leyenda Vallenata, pero el jurado le dijo que era el mejor, declarándolo “Fuera de concurso”. Enseguida comento. “Llegar a esos lugares de honor es producto del amor al folclor vallenato que sigo defendiendo aunque ya las fuerzas no son las mismas, pero no dejó de tocar mi acordeón”.

Continuó hablando de canciones y aseveró que todavía compone dedicándole una al Altísimo, la cual entre sus versos dice. “Eres mi Dios bondadoso y alabado, en el mundo no tienes comparación, mi Dios bendito no mires mi pecado, para que así me concedas el perdón”.

Los recuerdos le hacían cola y reseñó dos canciones más. Se trata del merengue ‘La fiera’ y la puya, ‘La Navidad’. “Tengo muchas y no he dejado de componer porque eso me alegra mucho y me recuerda de dónde vengo y lo que soy gracias a Dios”.

Naferito, volvió a hacerse sentir y demostrar que la edad no es impedimento para darle alegrías a su corazón, al que acompaña desde hace dos años un marcapasos. “Me ha salido bueno y lo pechicho con las notas de mi acordeón”, indica riéndose.

 

El amor de su vida

En las remembranzas con el viejo juglar que ahora camina a paso lento y sus palabras son medidas, llegó el amor de su vida, Rosibel Escorcia Mure, quien por 67 años ha estado a su lado en medio de tristezas y alegrías. La emoción lo acompañó y expresó. “Rosibel, mi esposa, nació en Chiriguaná. A sus 20 años se me atravesó en el corazón y comenzamos a vivir. Le hice solamente la canción ‘Sin ti’, pero le regalé 12 hijos que han sido la mayor felicidad de nuestras vidas”.

Abrió sus ojos y le estaban brillando porque había relatado la epopeya de esos amores donde el eco de su voz llegaba más allá del silencio. Bella añoranza que abonó los recuerdos de una pareja donde la esperanza ganó la partida, haciendo posible que el sentimiento surgiera sin medida.

Cuando el sol se hacía sentir y el calor llegaba sin pedir permiso Náfer Durán, añoro a su pueblo, El Paso. “Quiero vivir tranquilo debajo de un frondoso palo de mango y acostado en una hamaca, solamente pensando en las bendiciones que Dios me ha regalado a lo largo de la vida y que broten esos cantos con letras salidas del corazón”.

Al preguntarle sobre las satisfacciones recibidas en su larga carrera de juglar se quedó con su dinastía, su familia, el triunfo en el Festival de la Leyenda Vallenata, los viajes que hizo al exterior llevando la bandera del vallenato, las canciones que le grabaron. Además, el amor a su querida tierra, a la cual le regaló varias canciones entre ellas ‘Mi patria chica’. “MI agradecimiento es total a todos mis familiares, paisanos, amigos y seguidores, porque sin ellos no hubiera sobresalido”.

Entonces abrió un nuevo espacio para el ayer. “Antes, la música no tenía tanto valor, era del agrado de parranderos en un círculo muy pequeño. Ahora es diferente porque gusta y los intérpretes ganan una cantidad de dinero. Antes, eran más los trasnochos y los largos viajes en burros, caballos, lanchas o buses destartalados. La plata poco se veía. Eso sí, por donde iba el corazón andaba y se llenaba de emoción”.

Al final del diálogo sincero y ameno, al maestro Naferito, se le pidió interpretar una de sus canciones que le ha traído satisfacciones. No lo pensó dos veces, citando  a ‘La grabadora’, agradeciendo a Silvestre Dangond con Juancho de la Espriella por habérsela grabado en el año 2011.De inmediato hizo una petición. “Déjame cuadrar mi machete”, Se refería a su acordeón.

No más lo hizo tocó y canto. “Reclama la grabadora, la rutina de Naferito, que se escuchara por disco, su linda nota sonora. Yo soy el negro Durán, el que llaman Naferito, los que escucharan por disco, mi música popular”.

 

El hermano de Alejo Durán, se quedó pensativo con toda su carga de experiencias y nostalgias, intentando congelar en su corazón ese cúmulo de alegrías que son el mayor registro de aquel testamento donde se entrelazan todos los sentimientos teniendo al frente el jardín del alma.

Gracias Naferito y que la vida te regale más vida, para seguir dando testimonio de esos hechos cantados donde puedas decir como en tu puya. “Déjala vení que ya estoy aquí”…

 

‘La Patillalera’, crónica cantada del maestro Rafael Escalona

 

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

Volver a llamar al recuerdo y encontrarse frente a frente con aquellos personajes que fueron protagonistas de la canción ‘La Patillalera’ de la autoría del maestro Rafael Escalona, fue algo emocionante. Esa vez aquella historia se convirtió en crónica cantada, haciendo posible que una señora muy elegante y vestida de negro, formara en Valledupar una gritería…

A comienzos de la década del 50 del siglo pasado, en una canción se contó sobre una abuela quien puso el grito en el cielo porque un camionero se había llevado a su nieta. Efectivamente, el domingo 31 de marzo de 1951, Luis Manuel Hinojosa Sierra se llevó a Carmen Ramona Bracho Cataño, la nieta de Juana Arias. Se la llevó por amor para el caserío de ‘Los Corazones’, jurisdicción de Valledupar.

Ella gritaba yo crié a mi nieta con buena ropa, con buen calzado, con mucho esmero y estimación. Pa’ que ahora venga ese sinvergüenza nariz parada, Patillalero, a entusiasmarla con su camión”.

Efectivamente Juana Arias armó un alboroto por el rapto de su nieta. Todo quedó ahí y con el paso de los años nadie supo de la vida de esos seres incluidos en una interesante canción que se extendió por el mundo en las voces de distintos cantantes comenzando por Alberto Fernández y después Carlos Vives, entre otros.

Los protagonistas a comienzos del año 2000 y por separado, accedieron a contar con pelos y señales el episodio que los hizo felices con dos hermosos hijos y que después por cuestiones del destino se separaron. Comenzaron diciendo las edades que tenían cuando arrancó esa película de amor provinciano. Él, tenía 28 años y ella 10 menos.

Carmen Ramona, muy seria, relató que ese capítulo de su juventud estaba en el olvido y que por primera vez quería contar. “La canción dice nada más que nos fuimos y de la rabia de mi abuela, pero quiero decir la verdad. Esos amoríos fueron cortos y mi abuela tenía toda la razón en oponerse, pero como el amor no entiende razones, después vinieron las lamentaciones”.

Sin más preámbulos puso al cerebro a darse un paseo por el ayer. “Vivía en Patillal en la casa de mi abuela Juana, conociendo a Luis Manuel, que también vivía allá y manejaba un camión”.

Ella explicó la primera etapa de esos amoríos ocultos. “Nos enamoramos a pesar de que mi abuela no quería porque decía que él no me iba a brindar ninguna felicidad y que mejor me metiera con un indígena de Atánquez. No le hice caso y duramos dos años de relaciones hasta que me vine con mi abuela para Valledupar. Luis Manuel se había venido antes y entonces una noche fuimos a cine y decidimos no darle más largo a nuestra relación y nos fuimos en su camión para ‘Los Corazones’, llegando a la casa de Sarita Martínez”.

A pesar del paso de los años, la película la tenía fresca y sin muchas preguntas continuó. “Allá me dejó varios días porque tuvo que hacer un viaje en su camión. De allá me trajo a vivir a Valledupar, exactamente al barrio Cañaguate. Salí embarazada de mi hija María Paulina y después al poco tiempo me fui para Patillal donde nació Jorge Luis. Los niños nacieron bastante seguidos. María Paulina el 19 de mayo de 1952, y Jorge Luis el 3 de julio de 1953”.

Lo que empezó tan bello y con el encanto de esos amores encerrados, solamente duró tres años. “Cuando ví que Luis Manuel no tenía que ver conmigo y estaba enamorado de su prima Celina Sierra. No tuve otra alternativa que olvidarme de él. No lo busqué, ni le dije nada porque a nadie se puede forzar para que viva con otro. Me dolió terminar algo que comenzó viendo una película que en mi caso no tuvo un final lindo”.

Ella entonces recordó las palabras de su abuela. “Comprendí que mi abuela tenía la razón y que en verdad el hombre en que deposité todo mi amor y confianza me abandonó. Ella me recibió en su casa y me ayudó a la crianza de mis hijos”.

 

Relato de Luis Manuel

El dueño del famoso camión Luis Manuel Hinojosa Sierra, contó su versión. “Desde cuando Carmen Ramona tenía 16 años nosotros nos ennoviamos, pero yo no contaba con la aprobación de su abuela. Ella me hizo la vida imposible porque no gustaba de mí y le decía a la muchacha que me sacara de su vida, pero ella no le cogía sus consejos. Era la único que estaba a mi favor”.

Continuó diciendo. “Con Carmen Ramona nos veíamos a escondidas y entonces yo decidí venirme de Patillal para Valledupar y ella se vino atrás y sucedió todo”. Frenó en seco para hilvanar mejor sus ideas y comentó. “Carmen Ramona era una morena hermosa y muy querida. Tenía 18 años cuando me fui con ella para ‘Los Corazones’. Recuerdo que me la llevé en mi camión marca Ford F5, color rojo, modelo 46. Eso fue exactamente el 31 de marzo de 1951 en horas de la noche después de ir a cine”.

Entró al campo del escándalo de la abuela. “Me cuentan que el día siguiente de que me llevé a Carmen Ramona, ella salió a buscarla y alguien le dijo que la habían visto conmigo. Entonces armó un alboroto diciendo que me iba a poner preso y otras cosas. Ella no pudo conmigo y le tocó conformarse. Al poco tiempo hablé con ella y aunque estaba brava entró en razón”.

Eso sí hizo énfasis que separarse de Carmen Ramona, no le cayó nada bien a la abuela que no formó un escándalo como en aquella vez, pero le mandó un recado grosero que todavía recuerda, pero no lo dijo.

 

El canto de Escalona

Sobre la obra ‘La Patillalera’, Luis Manuel Hinojosa señaló: “Rafa Escalona le sacó punta a ese suceso e hizo la canción. Nosotros parrandeábamos mucho y una vez se montó al camión donde le conté sobre la muchacha. No pasó mucho tiempo cuando escuché la canción y me gustó porque decía la verdad”.

También expresó que en la época de la conquista tuvo una competencia con el acordeonero Lorenzo Morales. “Él estaba loco por ella y hasta le sacó una canción con su nombre, ‘Carmen Bracho’, pero ella no tenía ojos para nadie que no fuera yo”. Todo quedó resumido para la posteridad gracias a una abuela que protestó. “Porque la nieta que más quería, la pechichona, la consentía, un dueño de carro cargó con ella”. El tiempo sigue pasando, pero la historia cantada se quedó prendida en el corazón de todos, y ahí todavía palpita teniendo al frente la magia de Patillal.

 

Macondo se presentó ante el mundo en el libro ‘Cien años de soledad’

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

Así de sencillo. “Cien años de soledad es un vallenato de 350 páginas”, definición que hiciera el autor del libro Gabriel García Márquez, cuando le indagaron sobre la base estructural de su obra literaria. Enseguida añadió: “En ‘Cien años de soledad’, soy un escritor realista, porque en América Latina todo es real. Asumir nuestra realidad puede dar algo nuevo a la literatura”.

La declaración de Gabo al ponerle letras a su libro, en vez de notas de acordeón, sirvió para que el mundo se sentara a leerlo y enseguida descubriera detalles inéditos de un folclor que en el Caribe colombiano le dieron vida, hombres descalzos que iban de pueblo en pueblo cantando acontecimiento con el acordeón al pecho.

El comienzo de todo se dio cuando Gabo le dijo a su esposa Mercedes Barcha: “Encontré el tono. Voy a narrar la historia con la misma cara de palo con que mi abuela me contaba hechos fantásticos, partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre a conocer el hielo”.

Al poco tiempo notificó a Mercedes, la heroína detrás de bambalinas, que mientras estuviera encerrado escribiendo en su casa de México, se ocupara de todo sin molestarlo. Y ella cumplió. No lo molestó durante 18 meses hasta que nació el hijo mayor de las letras colombianas que terminó su impresión el 30 de mayo de 1967 por encargo de la editorial Sudamericana de Buenos Aires.

El titulo del libro, cuya portada estuvo a cargo de la diseñadora argentina Iris Pagano, apareció en el último párrafo después de dar vueltas por el mamotreto de hojas: “En el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.

El amor de Gabo por el vallenato era igual a sus letras y lo definió en una memorable frase. “No sé que tiene el acordeón de comunicativo que cuando lo escuchamos se nos arruga el sentimiento”.

También quedó en el registro histórico cuando el 10 de diciembre de 1982 una delegación vallenata lo acompañó a recibir en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura. Estuvieron Consuelo Araujonoguera, Rafael Escalona, Poncho y Emiliano Zuleta, Pablo López y Pedro García.

De aquel viaje queda el relato de Consuelo Araujonoguera, quien en su libro ‘Escalona, el hombre y el mito’, indicó la petición que le hizo al maestro Rafael Escalona, para que hiciera un canto vallenato a ese suceso que traspasó las fronteras. Escalona le respondió que no hacía cantos por encargo, pero sin embargo al llegar de Estocolmo la inspiración lo visitó. “Le bastó un repaso somero a dos de las mejores obras literarias de Gabriel García Márquez, para sintetizarlas en un merengue bien llamado ‘El vallenato Nobel’, que luego sería interpretado por Poncho y Emiliano, los Hermanos Zuleta”.

“Gabo te mandó de Estocolmo un poco de cosas muy lindas, una mariposa amarilla y muchos pescaditos de oro. Gabo me ha invitado a su fiesta, y esto es para mí un gran honor, fuí con los hermanos Zuleta para que el rey oyera acordeón”.

Cuatro meses y 20 días después de Gabo haber recibido el Premio Nobel de Literatura vino a Valledupar, con el encargo de oficiar como jurado del Festival de la Leyenda Vallenata. Él se encontró de frente con los recuerdos de la historia familiar de los Buendía, eje central de su libro. En el evento estuvo participando Julio César Rojas Buendía, quien a la postre se coronó como Rey Vallenato, gracias a sus dotes de excelente acordeonero.

La magia de Macondo

El libro ‘Cien años de soledad’, es una parranda de letras que al sonar del acordeón se convirtieron en frases que le dieron la vuelta al mundo gracias a la magia de Macondo, donde no es difícil decir como el inmortal maestro Rafael Escalona: “Solamente me queda el recuerdo de tu voz, como el ave que canta en la selva y no se vé. Con ese recuerdo vivo yo, con ese recuerdo moriré”.

De igual manera, continuar con la frase del propio Gabriel García Márquez: “En cualquier lugar en que estuvieran recordarán siempre que el pasado era mentira, que la memoria no tenía caminos de regreso, que toda primavera antigua era irrecuperable, y que el amor más desatinado y tenaz era de todos modos una verdad efímera”. Además, remató diciendo: “Uno no se muere cuando debe, sino cuando puede, y el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”.

A la vuelta de la esquina triunfó Gabo con ese vallenato teniendo la mayor cantidad de letras reunidas en 590 cuartillas y donde en la página 23 narra. “Meses después volvió ‘Francisco El Hombre’, un anciano trotamundos de casi 200 años que pasaba con frecuencia por Macondo divulgando las canciones compuestas por él mismo. En ellas, ‘Francisco El Hombre’ relataba con detalles minuciosos las noticias ocurridas en los pueblos de su itinerario, de modo que si alguien tenía un recado que mandar o un acontecimiento que divulgar, le pagaba dos centavos para que lo incluyera en su repertorio”.

Precisamente hace 42 años, 10 de diciembre de 1982, Gabriel García Márquez recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, volviendo a untarse de vallenato y corroborando que cuando la luna se esconde el sol hace el curso para regresar en contadas horas, dándole vida a la luz divina. Entonces aparece un acordeón que suena para despertar al mundo.

En ese preciso momento comienza a cantar en algún paraje de Macondo, el compositor Gustavo Gutiérrez Cabello. “Amanece y llega un nuevo día, mil puñales me parten el alma. Que será de la esperanza mía, por favor devuélveme la calma”. Mientras tanto, Gabo sigue dormido en el más allá entre nostalgias, misterios y soledades.